domingo, 11 de abril de 2010

Otro domingo de alegría cristiana.



Otro domingo a plena inocencia en Cristo disfrutaron los niños en las instalaciones de la Iglesia.
Un hermoso día, benefició la actividad cristiana.

Mientras se preparaba el castillo inflable, donado para la ocasión por el gremio de UDA (Unión de Docentes Argentinos , Seccional Catamarca)



Y se daban los últimos toques a la futura sede de la pastoral social de la Iglesia.



Mons.++ Juan Carlos tomaba apuntes de las necesidades básicas insatisfechas de cada familia, para poder cubrirlas en el transcurso del mes. Por gracia de Dios todas las semanas estamos cumpliendo con las solicitudes.




Los presentes esperaban el momento de comenzar las actividades, mientras iban llegando los niños con sus respectivas familias


Lentamente comenzaron los niños a entregarse al juego, con la tranquilidad y satisfacción de compartir el momento con sus seres queridos, que también felices aplaudían con el corazón el crecimiento del proyecto social de la Iglesia.








Como en todos nuestros encuentros "partimos el pan en la casa y tomamos el alimento con alegría y sencillez de corazón" (He 2,46) emulando a las primitivas comunidades cuya causa principal de la alegría escatológica en las celebraciones eucarísticas no era tanto la espera de la parusía del Señor, sino la conciencia de su presencia sacramental.








La caridad es una virtud infundida por la gracia en la voluntad, con la que amamos a Dios por sí mismo con todas nuestras fuerzas, y al projimo por Dios, como Cristo nos amó y nos ama. Algunos identifican a la caridad con el Espíritu Santo o bien con la gracia santificante; pero la caridad es una virtud teologal, una virtud específica, pues aunque tenga objetos materiales muy diversos, el motivo de su amor (la razón formal que lo especifica) es siempre el mismo: la inmensa bondad divina, considerada en si nisma o en cuanto comunicada a nosotros o a nuestros prójimos.
La caridad es un amor "afectivo" que debe producir un obrar "efectivo" tanto hacia Dios como hacia los hermanos. "Todo árbol bueno da buenos frutos"(Mt.7, 17). Un amor se conoce por sus obras. El amor de Dios lleva a obedecerle: "Esa es la caridad de Dios, que guardemos sus preceptos" (1 Jn 5,3 ; Jn 14,15; 15,10). Y lo mismo el amor a los hombres: ha de ser efectivo. "No amemos de palabra y de frases, sino de obra y de verdad"(1 Jn 3,18), "que no está el reino de Dios en palabrería, sino en eficacia" (1 Cor 4,20)
El hombre dice San Agustín, se hace lo que ama: "Si amas la tierra, eres tierra; pero si amas a Dios ¿qué diré, sino que eres Dios?
Una fuerte Bendición para todos los herman@s que apoyan esta obra cristiana para Gloria del Reino de Dios.
Esperamos oraciones de todas las comunidades cristianas para que esta obra se consolide.
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