lunes, 3 de mayo de 2010

Otro domingo celebrando con la familia



Mientras avanzan los arreglos en casa del abrazo, nos reunimos como todos los domingos para festejar a Dios vivo entre nosotros.















Como bien sabemos la comunidad familiar surge como efecto y derivación de la comunidad conyugal. En el decálogo, la familia estaba protegida por un mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre” (Ex.20,12), que concentraba en un enunciado fijo lo más denso y apremiante del deber ético que regula la relación padres-hijos.

Se comprende que la deuda que surge del vínculo natural que enlaza a unos y otros, es recíproca: los padres deben amar a los seres que traen al mundo, cuidarlos físicamente; alimentarlos, proporcionarles todo lo necesario, acompañarlos a lo largo de su proceso de desarrollo, educarlos, vigilarlos, corregirlos, orientarlos hacia una elección de vida, y darles ejemplo con su conducta.

Los hijos, a su vez, deben amar a sus progenitores, respetarlos. Mostrarse reconocidos con ellos, obedecer a sus disposiciones y guiarse por sus consejos, y también socorrerlos en sus necesidades, particularmente cuando ellos no pueden valerse por sí mismos.

Los integrantes de la familia tienen que estar atentos para no caer en la rutina cotidiana y que ese encuentro constante producido por la convivencia, no los desgaste y se conviertan en seres usuales y repetidos. A tal punto que el mal trato se adueñe de sus vidas y guarden el trato cortes para los extraños. La caridad debe empezar por casa, no se puede tratar a la propia sangre como a personas vulgares.

El padre debe ser una gran persona para sus hijos. Y también debe serlo, para sus padres, un hijo, por pequeño que sea.

Nosotros los cristianos debemos admirar y emular ese modelo familiar en el cual Cristo se formó en el transcurso de treinta años, junto a su padre adoptivo José y su madre María.

Comúnmente coincidimos en destacar a María la Esposa dulce y sacrificada y madre de Cristo, como modelo de las esposas y madres cristianas; a José el hombre enamorado de la madre de Dios y padre legal de Jesús, como modelo de los esposos y padres; y finalmente a Jesús, niño y adolescente en Nazaret, ejemplo supremo de los hijos.

Inspirados en ese gran modelo Cristiano nosotros continuamos construyendo casa del abrazo y apostando a la familia.

Bendiciones para todos nuestros amigos abracistas del mundo y como siempre les pedimos oraciones para que logremos consolidar esta Obra de Dios para gloria de su Reino.

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Casa del abrazo norte Argentina

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