viernes, 24 de septiembre de 2010

Ecumenismo en el Río de la Plata.



Por gracia de Dios pude participar en la ciudad de Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay, en las instalaciones de la Parroquia San Esteban, perteneciente a la Iglesia Anglicana del Uruguay, de una reunión de la Comisión Ecuménica con miras a organizar un Curso formativo para Sacerdotes, Pastores y Líderes. El mismo servirá como antesala del próximo Encuentro anual, para conmemorar el día Mundial del Sida, que se concretará en el mes de Diciembre en las Instalaciones de la Iglesia Metodista del Uruguay.

El Curso formativo estará a cargo del Pastor Lisandro Orlov, miembro de la Iglesia Evangélica Luterana Unida; de la Pastoral Ecuménica VIH-SIDA y Vicepresidente 1º de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas. El Reverendo viajará exclusivamente para dictar el curso entre los días 6 y 9 de octubre y esta instancia religiosa académica consistirá en proponer herramientas a los participantes para utilizarlas en la apoyatura y contención afectiva de las personas viviendo con el VIH y su contexto, enfocadas desde la argumentación Bíblica.


Compartimos extractos del pensamiento del Reverendo Orlov, extraídos de una entrevista realizada por la revista Lutheran World Information (Ginebra – Suiza)

“ Hemos sentido la fuerza revolucionaria del significado de anunciar, predicar y vivir la justificación por la fe en el contexto de esta epidemia. Anunciar a las personas que viven o están afectados por el vih que su salvación viene solo de Cristo, que solo su fe es la condición de pertenencia a la comunidad de fe y que su dignidad creada a imagen y semejanza de nuestro común creador no se la pueden quitar nada ni nadie.”
“Las diversas redes de personas que viven con vih y sida ya pueden diferenciar mensajes y actitudes y ya no colocan a todas las iglesias en un grupo único. Muchos y muchas ya saben que existe una comunión de iglesias que tiene algo diferente para decir tanto en el área de la prevención como del acompañamiento, tanto en el campo de los derechos humanos como en el diálogo abierto e inclusivo”
“Hemos aprendido a estar presente en el escenario donde se toman las decisiones políticas. Tenemos conciencia que todas nuestras acciones de servicio, diaconía y pastorales tienen que culminar con propuestas de políticas públicas y la importancia de la incidencia en esas políticas”
Las Iglesias cumplen un papel destacado en el acompañamiento afectivo y espiritual de aquellas personas viviendo con el VIH y su contexto convirtiéndose en una comunidad sin paredes ni excluidos, incondicionalmente abierta a todas las personas.



Aprovechamos la oportunidad para visitar la capilla del Hogar Refugio San Esteban cuyo Párroco es el Reverendo Anglicano Livan Echarzabal, quien conjuga su vocación sacerdotal con su profesión de médico, repotenciando de esta manera, su efectividad en el rol como guía espiritual de los residentes del hogar. Una Institución considerada modelo en su género en Latinoamérica.



Todos los encuentros Ecuménicos además de perseguir un trabajo común por la defensa de causas que aportan un granito de arena al bien común y el mejoramiento del Mundo, como sucede en este caso, también estimulan a la Unidad de las Iglesias Cristianas. Con la confianza que la atención y oración de Cristo aporta a la Unidad de su Iglesia tal como lo hizo en la hora de su pasión, al no cesar de rogar al Padre por la unidad de sus discípulos: “Que todos sean uno. Cómo tú, Padre, en mi y yo en ti; que ellos sean también uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”(Jn 17,21)


Por otra parte disfrutamos como siempre en Montevideo, de actividades religiosas y sociales: 





Participamos de tres bautismos, dos niños y una adolescente que se integraron al Cuerpo de Cristo y para ello eligieron nuestra humilde familia, como fuente de Fe y acceso a la vida nueva en Cristo. Nuestra tradición respeta la idea central que la salvación viene sólo de Dios, pero la vida de la fe se alimenta a través de la Iglesia que oficia como “…una Madre en este nuevo nacimiento y no como si ella fuese el autor de nuestra salvación” (Fausto de Riez) Por lo tanto como nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.






La Iglesia Antigua crece unida en busca del abrazo final de todos los hijos del mismo Padre.
Nuestra posición progresita y firme en cuanto a la defensa de la igualdad de género y la posibilidad que la mujer acceda al sacerdocio es heredada del veterocatolicismo y alimentada por un cristianismo inclusor de las diversidades, como actitud Fiel del Cristo: libre, cercano al marginado social y fiel al Padre del cielo.




Las puertas de nuestras Iglesias, están siempre abiertas en forma de brazos para contener a todos las personas de buena Fe, que recurren por una oreja atenta o un consejo amigo, porque somos sacerdotes seguidores del Cristo misericordioso que abrazó al marginado social; y no, sacerdotes como meros instrumentos de trámites rituales. También estamos atentos a nuestros hermanos ricos que sienten la pobreza y la soledad espiritual que angustia su existencia y necesitan alimentarse de Dios y sin manipulación humana de ningún tipo que aliente a la renuncia de sus riquezas materiales, los guiamos por el camino de la luz. Porque nosotros no combatimos al Rico para invertir la balanza y transformarnos en Césares, nosotros combatimos la pobreza, el egoísmo humano y la mala distribución de las riquezas; que son el mal de nuestro mundo y alimento de las tinieblas; para que reine la paz, la justicia y la Igualdad entre los hombres para gloria del Reino Dios.







Apoyar el diálogo interreligioso es otra de las tareas diarias de los Cristianos antiguos.
Sabemos que el Espíritu de Dios sopla libre donde quiere y además nuestro vínculo más fuerte es en primer lugar, el de origen y el del fin comunes del género humano: “Todos los pueblos forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la entera faz de la Tierra; tienen también un único fin último, Dios, cuya providencia, testimonio de bondad y designios de salvación se extienden a todos hasta que los elegidos se unan en la Ciudad Santa (Nostra aetate1)

Me despido con una fuerte bendición en Cristo, para todos los lectores de este humilde espacio.
¡Paz y abrazos!
Mons.++ Juan Carlos



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